Hechos reales

Los ojos de Wangari no podían dar crédito a lo que estaban viendo, cientos de diminutos trozos de hielo caían desde el cielo, acariciando su cara, como si el mismo firmamento se estuviese deshaciendo sobre el pequeño poblado de Busara. Para Wangari era magia, de la de verdad, tangible, visible. Todo el pueblo contemplaba maravillado el asombroso espectáculo que pintaba por primera vez de blanco el paisaje. Con una sonrisa en sus caras, corrieron a experimentar el frio tacto de la nieve en sus manos vírgenes a los cero grados,. El contraste de su piel de ébano con el blanco glaciar...

Aunque los personajes sean inventados, esto no es parte de una novela, esto sucedió en la madrugada del 3 de septiembre en Kenia, algo insólito ya que la única nieve que se puede ver por allí está en el Monte Kenia, a 5200 metros de altura. Mientras los habitantes de Busara, a 250 Km de Nairobi, disfrutaban de la inverosímil nevada, otros se iban percatando de que lo del cambio climático no es un cuento chino.