Divagaciones de un Melón: Jekyll

lunes, 25 de agosto de 2008

Jekyll









Jekyll es la nueva serie de Cuatro, que ayer emitió el último capítulo de la primera temporada (y la única hasta el momento). Adaptación de la BBC para la televisión de la famosa novela de Robert Louis Stevenson, es una serie de seis episodios protagonizada por James Nesbitt.

En esta nueva versión, el mito del Dr. Jekyll y Mr. Hyde –la bondad y la perversión en un solo cuerpo- reaparece en Londres. Los nuevos Dr Jekyll y Mr. Hyde están a punto de entrar en acción, pero mientras Jekyll lo sabe todo sobre la peligrosa violencia de Hyde, Hyde no sabe que Jekyll está felizmente casado y que tiene dos hijos a los que va a proteger a toda costa de su lado oscuro. Con la ayuda de la tecnología, Jekyll está determinado a mantener su peligroso alter ego controlado; sin embargo, ninguno de los dos sabe que una antigua organización, con riqueza y poder ilimitados, está detrás de sus movimientos. El retorno de Dr Jekyll no es casual.

El Dr. Tom Jackman (James Nesbitt), sufre una extraña patología, comparte su cuerpo con un peligroso alter ego. De forma incontrolable su organismo y su mente cambian de forma radical convirtiéndose en otra persona. Su cara, su voz e incluso su mente desaparecen, dejando paso a otra personalidad, otro estado de consciencia, su otro yo, Mr. Hyde. Su cuerpo es invadido por un ser más fuerte, más rápido y con los sentidos sensoriales y extrasensoriales mucho más desarrollados, alguien a quien se le podría calificar de superhombre. Pero detrás de todas esas habilidades sobrehumanas se esconde una mente infantil, obsesa, retorcida y violenta que ansia descubrir el placer de matar por diversión, para lo que necesita liberarse de la identidad que hasta ahora lo había castigado sin jugar a su juego favorito, Tom Jackman. Cuando empieza la historia, el Dr. Jackman ya conoce la existencia de Mr. Hyde, con el que se comunica a través de una grabadora y con el que ha llegado a un acuerdo para compartir su cuerpo. Así, Mr. Hyde dispone de momentos de libertad en los que saciar su apetito sexual y sus instintos asesinos. Estos momentos de oscuridad e inconsciencia para Jackman empiezan a ser cada vez más frecuentes, siendo incapaz de controlar a su temido huesped.

Tras esta extraña sintomatología, está el instituto Klein & Utterson (guiño en el que se hace referencia al narrador de la novela de Stevenson, Mr. Utterson), organización centenaria para la que trabaja el Dr. Jackman. Y hasta aquí puedo leer, quien quiera saber más, que se haga con el DVD de la serie, de momento solo en versión original, aunque seguro que los de Cuatro sacarán la versión patria.

A diferencia de otras series británicas (léase Torchwood o Invasión Jurásica menudo bodrio), Jekyll no es un bodrio de producción patatera y guión infumable. Exactamente todo lo contrario, la trama está pensada hasta el más mínimo detalle, sin dejar cabos sueltos, desgranando la historia poco a poco y despertando el interés del espectador que desde el principio se siente atraído y envuelto por el argumento. Argumento, sin seres de otros tiempos, agujeros en el espacio tiempo u otras ocurrencias post-resaca de un mal guionista, que rescata un clásico de la literatura (y el cine) de terror y donde cada episodio brinda un avance narrativo que supone una sorpresa continua para el espectador. Argumento, que no se limita a hacer un remake del libro o de las versiones cinematográficas, sino que va más allá, adentrándonos en el monstruo (que a fin de cuentas es el protagonista) y dando otra perspectiva a la historia que todos conocemos.

La calidad de esta serie podemos decir que es debida a la confluencia de varios factores. El primero y más importante es la sobervia actuación de James Nesbitt, engendrando uno de los mejores Jekyll/Hyde de la historia. Sabiendo que este papel es un caramelo para todo actor que se precie de serlo, Nesbitt le saca provecho haciendo uso de una flexibilidad interpretativa impresionante. El personaje que encarna (en este caso dos por uno, lo que lo hace mucho más difícil), ofrece una gran variedad de registros, y así puede aparecer soso o hiperactivo, atractivo o repulsivo, gracioso o terrorífico, pasando de un estado de ánimo o apariencia social de un instante a otro (el doblaje no está mal después de todo, aunque los que controlan el idioma de Shakespeare no opinen lo mismo). La gran labor interpretativa de Nesbitt queda patente al ver el antagonismo de roles que crea en ambos personajes (el maquillaje ayuda, pero la puesta en escena es determinante).

El segundo factor relevante en esta serie es el guión de Steven Moffat (responsable de la ultima versión del Doctor Who), que actualiza el mito a los tiempos que corren y aporta una visión hiperrealista (masticable, engullible y digerible) de una historia difícil de encaminar sin caer en tópicos, mitos o pura ficción barata. Es un exquisito menú donde los primeros platos son el drama, la acción y el thriller, de postre un poco de terror y cómic de superhéroes y para bañarlo una buena botella de humor (del bueno, no del tetrabrik)

El último factor pero no por ello el menos imortante, es la realización llevada a cabo por Douglas Mackinnon y Matt Lipsey (el primero dirigió los tres primeros capítulos de la serie y el segundo los tres restantes)

Por desgracia, no existen ni se ven indicios de que vaya a haber una segunda temporada, signo también (lamentablemente) de que es una gran serie.

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